Qué somos, qué no somos.


"Qué somos

La francmasonería es la construcción de la personalidad. O más específicamente, somos la unión de hombres, cada uno tratando de convertirse en mejor persona, para nuestro propio beneficio y el de los demás. La afirmación anterior no debe sonar como un objetivo elevado, nosotros sabemos que la única forma de conseguirlo es mediante pasos muy pequeños y aun así el éxito es incierto.

Por supuesto, uno podría rescribir lo anterior con conceptos abstractos de libertad, igualdad, fraternidad, humanidad y tolerancia, como frecuentemente ocurre; pero al fin y al cabo todo se trata de nuestro pequeño ser en la vida real.

Mayor inteligencia de corazón

Utilizando un registro lingüístico profesional, uno podría expresarlo de la siguiente forma: la francmasonería es un programa de auto-optimización. Ayuda a los hermanos en el desarrollo de sus personalidades y habilidades sociales; o dicho de forma anticuada construye su carácter. La meta es mayor empatía, mayor inteligencia de corazón.

Una meta así de ambiciosa no es posible de alcanzar a solas en un pequeño cuarto en silencio. En comunidad las cosas son mejores. Es por esto que nos reunimos los unos con los otros en intervalos regulares, para hacer eso que llamamos trabajo de logia. Estos trabajos siguen un viejo y establecido ritual.

Prerrequisito: un clima de confianza

Para que este crecimiento personal ocurra, los hermanos deben ser abiertos y honestos los unos con los otros, sin las máscaras sociales usuales. Eso requiere confianza. Cuando las logias trabajan, generan un clima interior que da a los hermanos confianza, con independencia de la química mutua, o los sentimientos concretos de unos hacia otros. Nosotros llamamos a ese clima: fraternidad.

Por descontado, los hermanos quedan los unos con los otros fuera de las reuniones rituales, a menudo incluso con sus parejas y sus familias. Muchos hermanos encuentran amigos de por vida dentro de sus logias, pero esas son relaciones más allá de la fraternidad masónica.

Sólo entonces el mundo puede ser un poco mejor

Detrás de todo esto está la idea de que el mundo puede ser más humano, si cada uno trabaja su propia humanidad: no la humanidad de los demás (como uno está frecuentemente tentado a hacer).

Por tanto nuestro esfuerzo no queda en intenciones baratas. Al final, la francmasonería es un arte ético de vivir, que depende de la acción concreta. Hablamos de una ética práctica. Esto desde el conocimiento de que cada cual puede convertirse en mejor persona cuando lo intenta, y no simplemente cuando filosofa al respecto.

¿Y qué hay que decir sobre la moral masónica? ¿Está oculta dentro de estos planteamientos? La respuesta es simple: no existe. En francmasonería no hay dogmas, y sin embargo tampoco hay nihilismo. De alguna forma funciona, con frecuencia lo hace de modo aceptable y algunas veces excepcionalmente.

Qué NO somos


Las siguientes afirmaciones son necesarias porque existen personas que ponen lo posible y lo imposible bajo el nombre de la francmasonería. Así pues, y de forma general, la masonería no es una religión, ni un partido político, ni una red de contactos profesionales, ni una organización caritativa, ni una etapa para vivir la vida sin egoísmos.

Las antiguas fuerzas estaban en contra de la francmasonería

Si todo lo anterior es verdad, ¿por qué la reputación de la masonería está tan contaminada? Esto es un legado de la historia. Las sociedades abiertas y democráticas, que garantizan la auto-determinación de los pueblos no son tan viejas históricamente hablando.

Antaño, la francmasonería abogaba por cambios en el sistema, especialmente cambios para la libertad, democracia, el imperio de la ley, derechos civiles y humanos. Estas causas estaban en contra de los grupos de poder de entonces: desde iglesias dogmáticas, regímenes de casas absolutistas, a sistemas autoritarios y totalitarios de principios del siglo veinte como el nacional socialismo, el fascismo, y el comunismo. Estos poderes se resistían a los cambios, y golpearon de vuelta con teorías conspiratorias, y cuando tenían suficiente poder con prohibiciones.

Pero eso ya no es importante hoy en día. La sociedad abierta a triunfado, y la francmasonería austriaca es parte de ella, y está agradecida de poder concentrarse en su propósito: ayudar a sus miembros a convertirse en mejores personas para hacer un mundo más humano".

Fuente: Gran Logia de Austria